martes, 21 de octubre de 2008

GWYNETH PALTROW

No conozco personalmente a esta mujer. Nunca he tomado con ella un café ni le he mirado directamente a los ojos para saber qué siente. Tampoco hablado con ella para saber lo que piensa de la vida. Quizás lo que más me haya llamado la atención de su persona es lo que sus amigos la aprecian. Es curioso: miles de revistas adoptan su imagen para publicitar tal o cual producto, o para rellenar un espacio de papel con un artículo más o menos interesante. Sin embargo, nadie se detiene a pensar si esa cara angelical y dulce tiene vida más allá de la fama.

Había oído su nombre un millón de veces, pero eso no quita que permaneciese en el vacío de mi inconsciencia hasta que, un artículo tras otro, hicieron que su persona llamase mi atención. No se ni cuándo los leí, ni a qué actriz famosa entrevistaban, sólo recuerdo que, cuando les preguntaban si tenían como amigo a algún famoso, todos destacaban el nombre de Gwyneth. Hablaban de ella como una persona atenta, familiar, de gran corazón y altísima profesionalidad.

Ayer encontré, por fin, una entrevista dirigida directamente a ella. No pude resistirme a leerla, y ahora comprendo por qué sus compañeros de profesión la admiran de esa manera. No habla de trucos de belleza, ni del esfuerzo grandísimo que ha podido suponerle su último trabajo, o cómo ir de shopping por las mejores ciudades del mundo. Habla de la maternidad.

Gwyneth ganó un Óscar a los 25 años. Después, dice: “con la resaca pos-oscar, perdí la motivación para trabajar. Pensaba que no tenía nada más que decir”. A cualquiera se le habría subido la fama hasta la coronilla y, sin embargo, a ella le hizo reflexionar. Otro habría iniciado su carrera en la máxima frivolidad y excentricidad, pero ella quiso replantearse su vida, reestablecer los valores que la mantenían viva. Había alcanzado la cumbre profesional y se sentía vacía. Esto hizo que se retirase del cine temporalmente.

Nos cuenta que dos años después de aquel Óscar murió su padre, la persona a la que más unida se sentía, y que supuso otro gran golpe en su vida. Poco después conoció a Chris Martin, cantante de Coldplay, quien más tarde sería su marido. Tiene ahora dos hijos y se siente tan enamorada como el primer día. “Ser madre me ha hecho muy feliz durante estos años”.

Cuenta de su padre que se arrepentía de dos cosas en la vida: no haber tenido más hijos y no haber pasado más tiempo con ellos. Gwyneth, por su parte dice: “yo no quería que mis hijos padecieran lo mismo, no los tuve para que otras personas se ocupasen de ellos”. Esto ha hecho que durante unos años se decidiese a volcar toda su atención hacia sus hijos. Ahora que han pasado la lactancia, vuelve a preguntarse por su profesión. Recuerda que, cuando era niña, iba al teatro a ver a su madre ensayando, y que soñaba con ser actriz algún día. Pero ahora piensa en su profesión de otra manera: antes buscaba solamente ser una gran actriz. Ahora también, pero con la diferencia de que, teniendo hijos, quiere que esta experiencia pueda enriquecerles a ellos de alguna manera. Tiene un motivo por el que trabajar y sentirse realizada: la familia.

Vuelve a la gran pantalla con la película Iron Man, de Robert Downey Jr., y su vida vuelve a dar un giro: ahora vive a caballo entre Londres, Nueva York y Los Ángeles, tratando de ser una madre “normal”, pero no olvida sus prioridades y destaca, entre estas grandes ciudades, que le gusta especialmente Londres porque tiene más parques para que sus hijos puedan jugar.
Quizás nos perdamos entre bosques de revistas, pensando qué habremos hecho mal para no ser tan maravillosas como tantas actrices bellísimas y famosas. Pero no nos damos cuenta de que son mujeres como nosotras, y que a nadie le satisface su vida si no tiene un motivo por el que vivirla. No importa la fama o el dinero. Importan la familia, los amigos… en definitiva: aquellos a quienes amamos. Y lo que a ellos podamos aportarles con nuestro trabajo hecho de la mejor manera que seamos capaces.

Marta Gil Colomina

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola chicas!
Os escribo gracias a Majo que me ha avisado de la existencia de vuestro Blog. Cuando he visto la foto de Gwyneth no me he podido resistir a escribiros... A mí me encanta exactamente por lo que decís,porque ha sido consecuente como mujer, como madre y como actriz. Siempre es difícil lograr ese equilibrio pero más en esa profesión. Sin duda su filosofía de vida y la de su marido (que también merece mención aparte)le ha permitido ser ella, más allá de los flashes y de la apariencia de Hollywood. Me alegro de su vuelta a la profesión y espero que le vaya muy bien, porque eso demostraría que su opción de vida no es irreal, sino factible y muy recomendable!!! La misma suerte os deseo a vosotras con el blog, prometo leeros todo lo que pueda y comentar!! Un besote