jueves, 8 de octubre de 2009

No miremos al lado contrario

Este comentario acerca del proyecto de ley de liberalización del aborto no pretende presentar ideas nuevas. Ya se han expuesto todos los argumentos tanto a favor como en contra de este proyecto, en los distintos foros de discusión y medios de comunicación. Aspiro, sin embargo, a compartir algunos puntos de reflexión.
En los años 90 vivimos, en directo a través de la televisión, varias guerras. Como las retransmitían a través de la pequeña pantalla, teníamos esa sensación de distancia que, en ocasiones, nos impide situarnos en el lugar de la acción, como si fuéramos un personaje más de la escena. Recuerdo vivamente un telediario de la noche, en el que la reportera transmitía su crónica, creo que desde Macedonia, y describía el éxodo de cientos de refugiados en unas condiciones pésimas, con imágenes en directo detrás de la periodista. En mi casa estábamos pendientes de cenar, como, imagino, en otras muchas, y ese paso de fronteras abarrotado de gente con la casa a cuestas, cargando con niños y ancianos, nada tenía que ver con mi situación personal. Al cabo de unos minutos, la periodista no pudo con lo que estaba viviendo, su voz se entrecortó por las lágrimas ante el sufrimiento de tantas personas, llamando la atención de los que desde lejos lo observábamos. Entendí que no podía cerrar los ojos ante el horror que se desarrollaba en 'mi misma Europa', que no me podía callar o mirar hacia el lado contrario, como si nada estuviera sucediendo.

La liberalización del aborto me produce similares reacciones, que no debo callar. Tradicionalmente, la justicia ha defendido los bienes de la sociedad: las propiedades, la integridad física de las personas, la propiedad intelectual, los animales... Hasta la fecha, el embrión o feto no nacido también tenía derecho a ser protegido por ley. Esta protección implicaba dos consideraciones; por una parte, que aquel que dañara o matara al no nacido cometía un delito, que conllevaba un castigo, y, por otra parte, que, al ser el producto de la gestación un bien protegido por la ley, aquellas mujeres que tuvieran dificultades durante el embarazo podían recurrir a la ayuda del Estado.
Con la nueva normativa, va a ser difícil exigir a las instituciones públicas a que destinen presupuestos para estas ayudas, sin las que muchas gestaciones con problemas sociales de todo tipo (inmigrantes, mujeres mal tratadas...) no podrán ver y criar a sus hijos. Máxime, en tiempos de crisis, cuando 'hacer abortar' a una mujer es más barato que ofrecerle una ayuda pública. Pero no nos engañemos pensando que sólo las mujeres con menos recursos materiales o menor educación están en riesgo de renunciar a sus hijos para mantener su trabajo, su pareja... También las mujeres con niveles educativos superiores se encontrarán con problemas a la hora de compatibilizar su vida laboral y familiar, cuando tengan ofertas de trabajo que 'excluyan' el quedarse embarazadas.

Con respecto a la desaparición del delito de aborto de nuestro Código Penal es necesario recordar que se sigue matando a un ser humano cada vez que «se interrumpe un embarazo», aunque la ley española no lo castigue. Y matar a un ser humano, aunque sea muy pequeñito, de apenas un milímetro o menos, es algo esencialmente malo. Por mucho que se modifiquen las leyes o las palabras y definiciones, abortar seguirá siendo algo malo. Y yo no me voy a callar.

Belén Merck
Doctora en Medicina, Cirujano General y del Aparato Digestivo

1 comentario:

Elisa dijo...

Muchos estamos de acuerdo con lo que se dice en este artículo. Pero no es suficiente estar de acuerdo, hay que movilizarse. Vivir en democracia no es sólo votar un día de elecciones generales, sino validar ó no, desde la sociedad civil, las leyes que nuestros gobernantes van promulgando. Y ante esta, bien vale que desde la sociedad civil nos pronunciemos bien alto!. Yo desde luego acudiré a Madrid el día 17 para manifestar que NO ESTOY DE ACUERDO. Animo a todos los que pensáis lo mismo: no os quedéis en casa: hay que hacer algo!.