miércoles, 18 de febrero de 2009

Atadas al bisturí


Hace unos días entrevisté a un cirujano plástico. Cosas de la publicidad, que obliga a tratar bien a la gente que te da de comer (es decir, que paga su página). Y lo remarco, porque de otro modo no se me hubiera ocurrido acudir a semejante clínica, que en un alarde de estilo, recreaba un templo griego en su particular visión de la belleza.

Hablando con él, me di cuenta de la tiranía a la que estamos sometidas las mujeres. Cosa ya sabida, pero en la entrevista evidente. Mientras me enseñaba cientos de fotografías de pechos tersos y broncíneos rostros, me miraba de soslayo sin dejar de comentar: “Te retocaría la nariz, que la tienes torcida, ¡uy! Y las caderas, ¡madre mía que caderas! y en dos años, te vienes a hacer un tratamiento para rejuvenecer”.

Con 25 años y la cabeza bastante colocada, lo único que consiguió es que saliera de la clínica a carcajada limpia. Sin embargo, lo que puede quedarse en una graciosa anécdota, es una triste historia que se repite a diario. Según la estadística nacional de cirugía plástica, el 87% de todos los pacientes son mujeres. Y lo peor, se estima que alrededor de un 10% de los que solicitan una intervención de este tipo son menores de edad, según la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME).

Me lo decía entre risas el afamado doctor: “aquí vienen muchas niñas a operarse las cuquis (en su peculiar lenguaje, pecho) porque quieren ir a la discoteca a que sus amigas y los chicos las miren, piden la operación de regalo de cumpleaños y tiene muchísimo éxito”. Y ahí radica el problema de todo esto: que son los adultos, padres o doctores en este caso, los que inducen y apoyan la jugada. Y así, niñas y mujeres, miden su seguridad y valía por el tamaño de sus “cuquis”.


¿Qué ideal de belleza nos hemos forjado en la sociedad actual para que se den este tipo de situaciones? ¿Qué cánones nos imponen y nos imponemos nosotros mismos? ¿Qué nos lleva a hacer depender nuestra autoestima de una determinada imagen? Según el Colegio Oficial de Psicólogos de Valencia, las razones que conllevan a una persona a hacerse una operación “en ocasiones están relacionadas con el ideal que nos hemos planteado, como el de una actriz admirada, o con querer dar cierta imagen o, simplemente, con tratar de evitar el efecto del paso del tiempo".

¿Soluciones? Medidas legislativas para regular las operaciones en menores, menos publicidad engañosa y cheques descuento, que convierten la cirugía en algo banal y común, periodismo responsable de moda y lectura también responsable de las revistas de moda, educar la mirada… Y, por supuesto, aceptarnos a nosotros mismos como somos y aceptar a los demás, y, quizás, mirarnos un poco menos al espejo y seguir el ejemplo de esas mujeres de Kamalini, que hace unos días nos dieron una gran lección en nuestro blog.

Lucía

5 comentarios:

Kitty dijo...

Ole! Ole! Ole! Sí señora! Tienes toda la razón del mundo!! Es lamentable ver a tantas niñas obsesionadas con operarse y cambiarse.
Opino que el problema de todo esto va más allá de unos padres que pagan operaciones. Me parece que el problema radica en que esos padres no se han preocupado en educar a sus hijos en la aceptación de uno mismo. En la autoestima. Esos padres no habrán pasado horas con sus hijos.

En cuanto al contenido general del post y al ideario del blog: Soy mujer, disfruto con millones de cosas, me pirra leer y me encanta la cosmética. Pienso que ser una mujer de mi tiempo no está reñido con ser una mujer presumida.

¡Felicidades por el blog!

Anónimo dijo...

Lo mejor es cuando dices que se quieren operar las "cuquis" para estar mas "atracativas" en la discoteca. Pero bueno, en que pensamos las mujeres??

Unknown dijo...

Kitty, muchas gracias por el comentario. Sé de tu interes por la cosmética, de dónde si no el mítico milcaprichos???? he de decirte que a mí también, y la moda, y todo eso que se supone que por ser mujer ha de gustarme. Viva las mujeres presumidas y con ideas en la cabeza!

Amp, lo de las cuquis es real como la vida misma. Y he contado la mitad de la mitad de lo que ocurrió en aquella clínica...

Anónimo dijo...

hola!

supongo que la triste realidad en la que vivimos inmersos es esa... un montón de personas que cada vez piensan más en ellas mismas y en su cuerpo, en lugar de dedicar un poco más de tiempo a su espíritu...

desde aquí enhorabuena por intentar cambiar eso con vuestro blog!

diana =)

Anónimo dijo...

Esto viene muy al hilo de un artículo de Rosa Montero que leí el año pasado en clase de Lengua y Literatura de 2º de bachillerato,que te transcribo por si te parece interesante (perdona si contravengo algún derecho de autor):
Texto original:
• ELPAIS.com
• Edición impresa

TRIBUNA: ROSA MONTERO,09/04/1996
Cuerpos


El trauma se renueva todos los años por estas fechas, a causa de la distancia insalvable entre la belleza neumática de las modelos y la tibia y precaria carnecilla de nuestros pobres cuerpos. Ahí están, recién llegadas de la- Semana Santa, miles de mujeres que hoy se odian un poco más que ayer: porque en la ajustada ropa primaveral se sintieron desparramadas y blandas como focas. Es muy difícil, y a veces hasta heroico, llegar a quererte y a aceptarte a ti mismo en lo fundamental, en tus limitaciones y tus logros; y a este ímprobo esfuerzo las mujeres hemos de añadir un combate imposible contra el fantasma del físico perfecto. El ingente negocio de la estética invierte muchísimos millones en promocionarse, de modo que no es de extrañar que cada año aumente la obsesión tirana por el cuerpo. Y así, incluso las revistas del corazón, tan sensibles ellas a los tópicos sociales, contribuyen últimamente al comecocos, y en los pies de fotos no hacen más que decir que si Fulana se mantiene guapísima o que si Mengana está hecha una ceporra. El machaque ambiental es tan feroz que todas tenemos las neuronas cocidas y la celulitis nos produce mucho más espanto que las vacas locas.
Y, sin embargo, la realidad es otra. Lo real es que la carne es blanda y declinante, y que ni la salud ni el atractivo físico tienen nada que ver con una anatomía despampanante: o sea, que puedes enloquecer al ser amado aun teniendo las mejillas arrugadas y las nalgas flojas. Dicen que Play Boy quiere sacar desnuda y en portada a Ursula Andress, que ha cumplido ya 60 años. Está bien que el recalcitrante Play Boy reconozca por lo menos que existen las mujeres mayores; pero lo revolucionario sería retratar no ya el cuerpo de la Andress, recosido para mimetizar la juventud, sino un cuerpo verdaderamente sesentón bien vivido, arrugado, sano y viejo.