Elisa

En cambio tantos países empobrecidos de nuestro planeta nunca han conocido nada diferente a la "crisis", pero en su caso se trata de algo realmente profundo que abarca todos los ámbitos de su existencia: alimentación, atención sanitaria, capacitación y trabajo, y hasta ausencia de paz. Además, la malnutrición suele provocar graves daños psicofísicos que privan a las personas de la energía necesaria para salir de su estado.
La globalización es cierto que acerca a los pueblos y abate ciertas barreras, pero no deja de construir otras. Una proximidad en el espacio y en el tiempo no crea de suyo las condiciones para una cercanía e intercambio verdadero y una auténtica paz. Las injusticias, la miseria y los conflictos golpean realmente nuestra conciencia: ¿quién de nosotros no siente acaso una llamada a dar su propia contribución al bien común y la paz social? Estas Navidades me entrevistaba una TV local en la que interrogaban a las ONG sobre las repercusiones de la crisis en nuestro trabajo. Y sí, claro que la hemos notado, porque cuando se nos pide dar en favor de otros, en el fondo no terminamos de renunciar a algo de lo nuestro, sino que seguimos dando de lo que nos sobra. Es decir, que esta sociedad globalizada todavía no se siente lo suficientemente "herida" por las injusticias como para privarse de lo propio.
Estas y otras cuestiones aborda en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz Benedicto XVI, bajo el lema "Combatir la pobreza, construir la paz". A las Administraciones, organismos y ONG nos anima por ejemplo a abandonar las políticas asistencialistas -origen de muchos fracasos en estos países- para invertir a medio y largo plazo en proyectos dirigidos a la formación de las personas, desarrollando de manera integrada una cultura de la iniciativa. Alerta también sobre la magnitud del gasto militar y armamentístico realizado por los Estados, en prejuicio de lo destinado a los proyectos de desarrollo de los pueblos. Y denuncia la doble marginación (precios más altos de sus materias primas y beneficios más bajos) que sufren los países pobres con las actuales distribuciones de la renta y los fenómenos especulativos del mercado.
"Únicamente la necedad -señala- puede inducir a construir una casa dorada, pero rodeada del desierto o la degradación. Por sí sola, la globalización es incapaz de construir la paz, más aún, genera en muchos casos divisiones y conflictos. La globalización pone de manifiesto más bien una necesidad: la de estar orientada hacia un objetivo de profunda solidaridad, que tienda al bien de todos y cada uno [...]. Iniciativas de una solidaridad creativa, no sólo para distribuir lo superfluo, sino cambiando sobre todo estilos de vida, modelos de producción y de consumo, y estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad."
1 comentario:
La verdad es que viene bien recordar estas cosas, y más en la cuesta de enero! Un abrazo chicas
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